Maqroll el gaviero es el
personaje más representativo, singular y notable de la obra del escritor
colombiano Álvaro Mutis. Un marinero en constante búsqueda. Quizá por eso,
cuando Ana Santos y Pedro J. Miguel deciden crear una editorial en el año 2004,
la mirada de los dos jóvenes se cruzó en el horizonte con el oteo del personaje
literario.
El Gaviero –que terminaría
convirtiéndose en ineludible referencia del mercado del libro– es una editorial
bonsái, en palabras de la propia Ana. Un bonsái que tuvo sus ojos. Ojos
entusiastas, valientes, bondadosos y creativos. Apasionados y tímidos. Una
editorial que heredó de ella el gusto por la poesía y por los libros. Porque en
El Gaviero se cuida tanto el contenido como la forma, otorgando a cada creación
un carácter único y exclusivo.
El Gaviero nació preñado de
ideas. Ideas que fueron generándose en el anterior proyecto de Ana: Salamandria, una revista de este sur,
que a ella, como a Valente, inundó de luz. Salamandria tuvo un formato distinto
con cada alumbramiento, pero siempre bajo el sello inconfundible de ella.
Porque Ana impregnaba de sí todo lo que tocaba.
Fotografía de Pablo Barroso |
Ana escondía su alma enérgica
detrás de media sonrisa esquiva. Dibujaba con su voz deliciosa proyectos inverosímiles
que cobraban forma por su ilusión y tenacidad. Y fue así como nacieron Salamandria y El Gaviero, pero también LILEC o la poesía bífida. El primero de
ellos, un fabuloso festival en honor del libro y la lectura que llenaron
Almería de escritores, lecturas, creaciones y conversaciones con un formato sin
fisuras, cuya desaparición seguimos llorando. Y el segundo, una celebración del
día Internacional de la Poesía organizado junto a Isabel Giménez Caro, otra
mujer con el alma llena de sueños.
Pero la muerte llegó temprano.
Con marzo tocando su fin, en el año 2014, el cáncer segó su vida llena de vida.
Porque aún no le tocaba. Porque cuando dejó atrás la cervantina Alcalá de
Henares para aterrizar en nuestro mar buscando su gavia, la vida cultural de Almería
ganó energía. Ana sembró la poesía y ésta creció en una tierra de esparto y de
luz. Con ella la literatura ocupó el espacio que tanto tiempo la estuvo
esperando. Pero ella se fue cuando aún no le tocaba.
Ahora nos enteramos –en realidad
lo sabíamos, pero preferimos mirar hacia otro lado– que la editorial que Ana y
Pedro engendraron, cierra la persiana para siempre –será a mediados de 2016–.
Sin ella, el final era sólo la consecuencia inevitable del paso de un tiempo
breve. Por suerte, quedarán sus obras. Sus libros, sus proyectos, sus sueños
con estructura de verso y sus ilusiones con rima asonante. Por suerte, nos
queda su gavia.