Para cerrar el año 2015, la editorial Random House lanzó un
libro póstumo del genial Gabriel García Márquez. Su título es De viaje por Europa del Este y relata el
periplo del escritor colombiano por los países de régimen soviético (Alemania Oriental, Checoslovaquia, Polonia, Hungría y la Unión
Soviética) en el año 1957. El
libro narra el encuentro de un joven García Márquez con una realidad que
describe como kafkiana. La resignación ciudadana, la infinita e inútil
burocracia gubernamental y el desorden generalizado son analizados por el
bisturí narrativo –a veces un tanto ingenuo, pero siempre preciso– del
escritor.
En diferentes foros, e incluso desde la editorial que lo alumbra,
se le compara con otro título del autor colombiano, Relato de un náufrago. Pero lo cierto es que esas similitudes se
limitan al estilo –aparentemente periodístico– y la forma en la que fueron
publicadas las obras por primera vez –por entregas en revistas o periódicos colombianos,
previo al lanzamiento en su formato definitivo–. Porque hay dos elementos
fundamentales que hacen a este nuevo libro distinto del anterior y que lo
convierten en lo que al final ha resultado ser.
Fotografía de Pablo Barroso |
El primero de ellos es que en esta ocasión el autor relata
una experiencia que vivió de primera mano. Así, las narraciones sobre la
maravillosa y calmada Praga, la falsa Berlín, la cultivada Varsovia o la
temerosa Budapest resultan tan cercanas como concisas. Íntimo, personal e
incluso a veces visceral, García Márquez vuelve a poner el acento en el gusto
por el detalle para interpretar el mundo. Las manos femeninas de Stalin, de
uñas delgadas y transparentes, o la indecorosa adolescencia de los guardias que
custodiaban el portón del mundo oriental no escapan de su espíritu narrativo.
El segundo es una pequeña trampa que el autor se permite.
Porque en realidad, lo que narra como un viaje fueron dos aventuras separadas
por dos largos años –el primero de ellos en 1955 y el segundo en 1957–. Pero
eso el lector no lo percibe. Gabo es un perfecto y meticuloso narrador de
historias y anudar dos sucesos como estos debió de suponer apenas un recreo
para el escritor.
En definitiva, Gabriel García Márquez baraja en este libro:
un análisis limpio e impecable de la dolorosa realidad que encontró, el
descubrimiento de una masa esperanzada y alimentada de propaganda socialista y,
finalmente, la imagen de un mundo terrible que disolvía al individuo. Todo ello
sazonado de ironía, humor, realismo y cierta dosis de decepción que el autor
permite que el libro transpire. Literatura en estado puro.
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