Para los
que nos acercamos a la poesía en el cambio de siglo con las ganas de renovación
que nos concedía nuestra juventud, Pablo García Casado (Córdoba, 1972) llegó
con el alboroto de las mudanzas. Esto, a su manera, lo dijo Raúl Quinto la
semana pasada, cuando lo presentó en la última actividad de la Facultad de
Poesía José Ángel Valente hasta después del verano, pero yo llevaba varios días
con la idea en la cabeza. Y es que en el año 1997 Pablo García Casado ganó el
Premio Ojo Crítico de RNE con su primer poemario, Las afueras, y su descubrimiento fue catártico para mí.
Las afueras fue
publicada en una por entonces jovencísima –y hoy tristemente desaparecida–
editorial: DVD. Un sello arriesgado para un libro que desfilaba por un camino
aún sin explorar en la poesía española, el del realismo sucio. Y el resultado
no pudo ser mejor. Las afueras tardó
muy poco en convertirse en una referencia en la que sorprendió, sobre todo, el
uso de un lenguaje que transita las fronteras de lo que se consideraba poético
y lo que no.
Pablo
García Casado reconoció sentirse cómodo en Almería. Y se le notaba. Recordó,
con la complacencia de saberse en otro momento vital y con una sonrisa, la
primera vez que visitó nuestra ciudad, con apenas una mochila en su espalda. También
se le notaba la complicidad con Raún Quinto y su agradecimiento a la Facultad
de Poesía por contar con él. Y él le correspondió. García Casado se sacó un
libro viejo de la manga y blandió al aire sus hojas amarillentas. Luego lo
abrió por una página que había marcado y leyó El hombre santo reunió a sus palomas, de Valente. No fue la única
referencia al etéreo anfitrión de la jornada. También habló de la desnudez de
su poesía y de cómo ésta encuentra su proyección en el paisaje árido y
montañoso de nuestra provincia.
Después
hizo un repaso cronológico por los poemarios que sucedieron a su primer libro.
Luis Antonio de Villena dijo alguna vez que el problema de debutar con Las afueras era lograr sobrevivir a él.
Pero García Casado lo consiguió. Como también sobrevivió a la desaparición de
DVD. Para entonces, el poeta se había asentado en el agitado panorama poético
nacional y, como consecuencia, sus dos últimos libros han visto la luz en un sello
de gran tradición como es Visor. Pero esto no ha restado frescura ni vanguardia
a sus creaciones. Pablo García Casado no se esconde. En su último libro, García (Visor, 2015), vuelve a mostrarse
como es. A mostrar lo que piensa. A dar su visión de lo que somos como país. A
contarnos que para él, ser español es, entre otras cosas, amar, pagar y vivir.
Y dejar vivir. Así que aplícate el cuento.