martes, 21 de junio de 2016

GARCÍA CASADO


Para los que nos acercamos a la poesía en el cambio de siglo con las ganas de renovación que nos concedía nuestra juventud, Pablo García Casado (Córdoba, 1972) llegó con el alboroto de las mudanzas. Esto, a su manera, lo dijo Raúl Quinto la semana pasada, cuando lo presentó en la última actividad de la Facultad de Poesía José Ángel Valente hasta después del verano, pero yo llevaba varios días con la idea en la cabeza. Y es que en el año 1997 Pablo García Casado ganó el Premio Ojo Crítico de RNE con su primer poemario, Las afueras, y su descubrimiento fue catártico para mí.

Las afueras fue publicada en una por entonces jovencísima –y hoy tristemente desaparecida– editorial: DVD. Un sello arriesgado para un libro que desfilaba por un camino aún sin explorar en la poesía española, el del realismo sucio. Y el resultado no pudo ser mejor. Las afueras tardó muy poco en convertirse en una referencia en la que sorprendió, sobre todo, el uso de un lenguaje que transita las fronteras de lo que se consideraba poético y lo que no.
 
 

Pablo García Casado reconoció sentirse cómodo en Almería. Y se le notaba. Recordó, con la complacencia de saberse en otro momento vital y con una sonrisa, la primera vez que visitó nuestra ciudad, con apenas una mochila en su espalda. También se le notaba la complicidad con Raún Quinto y su agradecimiento a la Facultad de Poesía por contar con él. Y él le correspondió. García Casado se sacó un libro viejo de la manga y blandió al aire sus hojas amarillentas. Luego lo abrió por una página que había marcado y leyó El hombre santo reunió a sus palomas, de Valente. No fue la única referencia al etéreo anfitrión de la jornada. También habló de la desnudez de su poesía y de cómo ésta encuentra su proyección en el paisaje árido y montañoso de nuestra provincia.

Después hizo un repaso cronológico por los poemarios que sucedieron a su primer libro. Luis Antonio de Villena dijo alguna vez que el problema de debutar con Las afueras era lograr sobrevivir a él. Pero García Casado lo consiguió. Como también sobrevivió a la desaparición de DVD. Para entonces, el poeta se había asentado en el agitado panorama poético nacional y, como consecuencia, sus dos últimos libros han visto la luz en un sello de gran tradición como es Visor. Pero esto no ha restado frescura ni vanguardia a sus creaciones. Pablo García Casado no se esconde. En su último libro, García (Visor, 2015), vuelve a mostrarse como es. A mostrar lo que piensa. A dar su visión de lo que somos como país. A contarnos que para él, ser español es, entre otras cosas, amar, pagar y vivir. Y dejar vivir. Así que aplícate el cuento.

 

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