martes, 19 de abril de 2016

PEROGRULLO


Hablando de fútbol, empatar es mejor que perder, y ganar es mejor que empatar. Es una obviedad, lo sé. Una perogrullada. Pero alguien tenía que decirla. Y fue el entrenador serbio Vujadin Boskov quien la inmortalizó y la grabó en la conciencia colectiva de este deporte. Por eso, aun a riesgo de ser acusado de simple, yo quiero hacer una afirmación de un carácter similar: un evento literario es mejor que ninguno, y dos es mejor que uno.

Ahora, dicho lo anterior, quizá cabría añadir que, si esos dos eventos van a tener lugar en una ciudad como Almería, en la que las actividades literarias no destacan por su abundancia, lo ideal sería que no coincidieran en fecha y hora. Porque eso fue lo que sucedió hace unos días. El jueves pasado, cualquier persona con el don de la ubicuidad, habría tenido la oportunidad de escuchar los poemas de dos autores distinguidos con el Premio Nacional de Poesía en nuestra ciudad.
 
 

Por un lado, el último galardonado, Luis Alberto de Cuenca, llenó con su poesía de línea clara el aire de la Dulce Alianza y sus tardes poéticas. El que además fuera Secretario de Estado de Cultura y director de la Biblioteca Nacional, reconoció disfrutar en un entorno como el que propiciaba la conjugación de los dulces, el café y los acordes de la guitarra de Enrique Peña para volver a los poemas de toda una vida. Poemas que parecían levantar el dedo índice para que su autor los alzara antes de devolverlos de nuevo al libro que recopila su obra de más de treinta años.

Y por otro lado, la Facultad de Poesía José Ángel Valente concentró la sensibilidad de los poemas de Olvido García Valdés en el Museo de la Guitarra. La poeta asturiana, menos mediática y con menos raíces agarradas a nuestra salobre tierra, tuvo un menor poder de convocatoria, aunque la calidad de su obra se nivela con la del autor madrileño.

En cualquier caso, no me cabe la menor duda de que los amantes de la poesía hubieran preferido no tener que elegir. Sé que la coincidencia de ambos actos es sólo el mal producto del azar. Y también me consta que se están dando los pasos adecuados –por iniciativas particulares– para que no se vuelva a dar una situación igual. Lo que me pregunto es si no debiera existir un área, un departamento o un despacho en cualquier ente público que vele por que esto no pase. Alguien que capitalice la responsabilidad y que se encargue de la gestión y la coordinación de los actos culturales que tienen lugar en nuestra ciudad. O a lo mejor sí que existe. A lo mejor es que solamente estaba descansando de su trabajo tras la Semana Santa, a la espera de que llegue la Feria.

 

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